Recuerdo que desde la secundaria me encantaba las materias de matemáticas y física. Siempre he preferido las ciencias exactas porque las cosas son absolutas. Quieras o no creer en la gravedad, existe. Influyó mucho los profesores que tuve, siempre me ayudaron a mejorar y ampliar ese gusto por esas áreas, las cuales la gran mayoría de la gente siempre odia. Me metía a concursos y visitaba el laboratorio de mi tío en la UNAM. En ese momento yo sabía que quería estudiar física. Un día llegó un profesor que me hizo cambiar todo mi mundo. Él nos pregunto a una amiga y a mí, - ¿Ustedes qué quieren estudiar cuándo sean mayores?- Yo muy segura le conteste que física, por supuesto. Recuerdo como se me quedó mirando y me dijo, - No, sabes qué, tú tienes finta de ingeniera-. Yo en ese momento nunca había escuchado sobre esa profesión, ni siquiera sabía que significaba esa palabra, así que le pedí que me explicará porque pensaba eso. Él me dijo que porque me gustaba mucho experimentar y aplicar